el canto del loco
El panorama es precario, porque los artistas, o bien se han enrocado sobre ellos mismos, o bien plagian sin pudor a todo hijo de vecino (vecino extranjero, principalmente). Da igual la etiqueta, el estilo o las influencias: el caso es vivir (bien) de la guitarra, la pandereta o el acorde fácil. Opción respetable, por lo demás. Pero en estos buenos tiempos para la lírica, cabría pedir algo más. La sensibilidad musical, el exceso de personalidad y las ganas de ser famoso no deberían bastar. Talento, originalidad, valentía, suerte… No sé, pero hace falta algo que pocos tienen.