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ungancho

vencidos

No es sólo Jesús Cacho -que también motiva- sino todo. Lo del viernes, lo del sábado, lo del domingo... En Mallorca una pareja decadentemente forrada se toma una coca-cola light y un pincho de tortilla mientras la mucama vigila a su hijo, tres metros a la izquierda. Tripa degenerada, gafas de sol desafiantes, exceso culpable hasta en la manicura francesa. Que se calle la niña, musita -parece que reza-, mientras mira con desprecio al inferior, al obligado, al nacido para servir. Cacho habla de una democracia prostituida por élites y oligarquías capitalistas, traficantes de votos y noticias, interesadas exclusivamente en mantener su dinero y multiplicar su poder. Yo me refiero al día a día que desencadena la injusticia y el odio. Yo hablo del mantenimiento diario de la explotación del hombre por el hombre, hablo de la caridad como excusa ética, de la abulia como valor en sí mismo. Microcosmos morales que se alimentan de falsas justificaciones, como la suerte o el mérito, en el mejor de los casos, y la raza, la educación o el trabajo, en el peor. Apologetas de la desigualdad, profetas de la muerte, culpables del desastre final. Siento desprecio y asco absoluto por ellos.

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