no digas que fue un sueño
Termino de cenar en uno de los restaurantes más inn de Madrid. Rocío me cuenta algo de Sergio y su helicóptero. No lo traga: ni a él ni a su negocio, del que, según parece, no para de hablar. 5.000 cubiertos cada fín de semana entre bodas, bautizos y comuniones. Pero tiene pinta de carnicero (de carnicero aerotrasportado). Qué alivio. Arnaldo no sale hoy; Beckham y esposa estuvieron anoche en L39 y tuvo que supervisarlo todo personalmente. Se dejaron quinientas mil entre los cuatro. "Una chica para toda la vida, que me cuide al niño". Lorena recibió de su padre el mejor de los regalos: nunca le ha dado el pecho al bebé; Sally se levanta a darle el biberón todas las noches. Y luego viene lo de Lola, que está como ausente. Claro, que le impactó mucho desayunar viendo trotar a los potros. Es normal, cualquiera muerde un plumcake en esa tesitura. Ella no aguantaría a un tío que le pusiera los cuernos, por muchos millones que tuviese. Yo tampoco, le digo, al final acaba venciendo el olor. Cristina P. se ríe. ¿Quién me dijo que era tonta?. No lo he podido comprobar, porque no me ha mirado en toda la noche; a fin de cuentas, un profesor con el pelo sucio y la chaqueta desencajada nunca ha sido el referente para una top-model.
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