la vida es bella
No pregunté nunca qué es poesía, pero creí verla, quizá intuirla, en muchas ocasiones. Javier me contó un día que no sabía cómo definir la felicidad, pero que una vez la había llegado a tocar con la punta de los dedos. Bendito sea. Supuse que la idea era contar la victoria del débil, la alegría fugaz del perdedor, pero luego comprendí que casi todo residía en la ternura, en la inocencia. Alguna vez pienso que las emociones viajan en autobús, por desiertos secos y soleados, pero hay días que las imagino en casa de mis padres, o en los bares que cierran, o en las canciones de mi juventud.
Al venir de correr pensé en Ronda, la amiga de Muriel, no sé muy bien por qué. Y de ahí a Priscilla ya no había eslabones, así que decidí volver a escribir. Veamos lo que dura.
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