receso
Acaba de publicarse en España, por primera vez, la poesía de Giovanni Quessep. Él, casi octogenario, y yo, ignorante y advenedizo. No me atrevería a definir su obra, cultista y posmoderna, pero también honda y personal. Me equivocaría.
Belén, que rozó mi cadera con su pelo y con su brazo, que me dejó besarla y abrazarla, nunca lo entendería. Aunque fuera un sueño.
PÁJARO
En el aire
hay un pájaro
muerto;
quién sabe
adónde iba
ni de dónde ha venido.
¿Qué bosques traía,
qué músicas deja,
qué dolores
envuelven
su cuerpo?
¿En cuál memoria
quedará
como diamante,
como pequeña hoja
de una selva
desconocida?
Pero en el aire
hay un patio
y una pradera,
hay una torre
y una ventana
que no quieren morir
y están prendidos
de su cola
larga de norte a sur.
En el aire
hay un pájaro muerto.
No sabrá de la tierra
ni de esta mancha
que todos llevamos,
de las máscaras
que lapidan,
de los bufones
que hacen del Rey
un arlequín perdido.
¿Quién lo guarda,
quién lo protege
como si fuera
la mariposa angélica?
Pájaro muerto
entre el cielo y la tierra.
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