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ungancho

4:37:18

Quedar clasificado en el puesto 7.407 del Maratón de Madrid no es, precisamente, una heroicidad. Terminaron 8.290 corredores, y el último tardó seis horas en recorrer los cuarenta y dos kilómetros. Como me ha ocurrido otros años, durante la carrera pensé muchas veces en las ganas que tenía de comerme una hamburguesa. Pero no una natural, nutritiva y sana, sino una hamburguesa industrial, de las de Mc´Donalds o Burguer King, que rebosan colesterol y grasa, y poseen una extraña salsa artificial, de sabor único, diseñada posiblemente para paladares tan elementales como el mío.

Luego, por la tarde, miré por la ventana de mi habitación y pude contemplar cómo el mundo seguía intacto. Dos automovilistas se peleaban por un aparcamiento. Varias señoras discutían a gritos en el cruce por algo relacionado con sus hijos. Un joven dejaba el coche en la parada del autobús y provocaba un atasco de más de 100 metros.

Somos una especie decadente, caracterizada por un instinto destructivo y autodestructivo. Nos guía el egoísmo, la comodidad y la soberbia. No hay otra salida que la desaparición absoluta y la muerte. Nos merecemos la muerte. Nos merecemos que nos maten. Merecemos matarnos entre nosotros. Es nuestro destino y acabará ocurriendo.

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