el octavo pilar de la sabiduría
Qué joven eres, Dios mío, qué joven
eres.
Como la luz que se filtra en la lluvia
y abre con manos puras paso al sol.
Como esas noches largas, cuando ya
uno no espera nada, y suena el timbre.
Como a quien hacen un regalo,
sonreír,
no preguntar, no decir nada, sino
agradecer su favor a la vida,
y como el limpio placer de quien da
de comer a un pájaro, no intentar
atraparte, sino verte, verte y después
si vuelas y no vuelves,
que tu vuelo sea dichoso.
José María Álvarez (Cartagena, 1942)
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