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ungancho

la felicidad

un niño listo y malcriado
Por Marta Moriarty (el mundo)

Sabía que algún día me pedirían escribir por la muerte de Michi Panero y ya tenía preparada la negativa. Ahora que llega el momento acepto hacerlo, pues sé que a él le divertiría, más que nada por criticar mi estilo y ridiculizarme en todos los bares.
Sólo conocí a Michi durante 10 meses de hace muchos años y gran parte de ese tiempo fuimos muy felices. Michi era un niño listo y mal criado que actuaba sin pensar jamás en las consecuencias de sus actos, y cuando digo actos sólo quiero decir palabras, pues Michi actuaba poco y hablaba mucho. Tenía el don de la palabra y fue una pena que por tonto pudor se negara a escribir como hacían ya todos en su familia y quizás, o al menos eso decía él, precisamente por eso.
Era ingenioso y fino, poco de fiar y con un talante romántico que podía desembocar en los mayores disparates. Era impertinente y caprichoso, dulce en privado, cáustico en público, lleno de contradicciones, miedos y supersticiones.
Recuerdo un viaje hacia Asturias en un Panda desportillado. Nos acabábamos de conocer y creíamos que los crucigramas de los periódicos nos enviaban mensajes de amor. Recuerdo su ternura por los animales y la pasión que compartíamos por las meriendas a la inglesa. Le debo algunos autores que todavía me acompañan: Sánchez Mazas, Scott Fitzgerald, Lawrence y Gil de Biedma; una absurda fascinación por los Romanoff y por los centros comerciales de provincias, un gusto que combato por la decadencia, y un modo, ahora mío pero que reconozco suyo, de gesticular con las manos flácidas.
Compartí con Michi un tiempo en el que no bebía y en el que nos reíamos mucho. Le debo grandes frases, motes ingeniosos y críticas demoledoras al tiempo que inconsecuentes. Era el rey de la nomenclatura, poseía un ingenio rapidísimo y unos rizos espléndidos en su pelo prematuramente blanco, un raro sentido de la elegancia y una fragilidad que le hacía peligroso como a todo animal asustado.
Es muy triste la muerte de Michi Panero, pero esta muerte ya había ocurrido hace mucho tiempo, cuando él supo que nunca llegaría a nada, ni siquiera a escritor maldito. Si tuviera que escribirle un epitafio diría: "Aunque lo intentó, nunca hizo mal a nadie".

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